Al plantear el problema, el autor asevera que a principios de los años ochenta prevalecía un pesimismo, más o menos profundo, tanto en los sectores conservadores como progresistas, acerca de la viabilidad futura del Estado de Bienestar, pues se presumía que, alcanzados sus límites económicos, el mismo tendería a desaparecer, reduciéndose notablemente la acción social estatal. A principios de los noventa, el estado de bienestar, aunque recortado, subsiste, y los recortes realizados no han sido traumáticos. Afirma que continúa la crisis de ese estado, tal como la crisis general del capitalismo y por ello, han surgido nuevas tentativas explicativas de la evolución del estado de bienestar. Por lo demás, los años noventa presentan nuevas interrogantes sobre la dinámica del bienestar social, ya sea por la extensión de la marginalización y la pobreza extrema, o por el debilitamiento del sindicalismo y, en general, de las organizaciones representativas de los sectores populares, tanto en los países desarrollados como en los periféricos, y sobre este último aspecto versa este análisis. Así, en el capítulo segundo analiza la situación del sindicalismo latinoamericano en los años ochenta, y en el tercero, las urgencias del bienestar social en América Latina. Concluye que los acuerdos que pueden reorganizar la relación entre sociedad y estado en América Latina, deberían basarse en el "pluralismo organizado", que permite la representación de intereses sociales a través de organizaciones centralizadas y relativamente independientes, frente a los intereses de sus miembros: en este marco, se construyen los Estados de Bienestar más prósperos, gracias al aporte de la acción sindical, sobre todo. MB/MR