El autor analiza críticamente la propuesta de Salvador Giner respecto a la hegemonía de las ciencias sociales y su propuesta de conceptualizar a las ciencias sociales como ciencias morales. El autor pone en tela de juicio la importancia de las ciencias sociales, cuando plantea que es difícil que personas ajenas a las disciplinas que ellas encierran aprecien tan claramente sus aportes. Por otra parte se sostiene que la objetividad y rigurosidad de la producción científica de las ciencias sociales no radican ni dependen de su valor moral, y que más bien se debe evitar trabajar desde el enjuiciamiento moral de lo que ellas investigan