El proceso histórico configurado por el nacimiento, desarrollo y consolidación del sandinismo como opción política en Nicaragua constituye una de la epopeyas más ricas y originales en el afán del ser humano por transformar el mundo en que vive, tarea en la que lleva ya más de dos siglos y que tuvo precisamente en el que recién finalizó su más aleccionadora experiencia y sus más grandes triunfos, aunque también su más amargas frustraciones y sus mayores fracasos.
Tal proceso irrumpió en la historia de Nicaragua cuando un pequeño grupo de campesinos peones de hacienda y artesanos dirigidos por un carismático obrero de extracción campesina llamado Augusto C. Sandino decidió enarbolar u programa político que respondiera a los intereses de las clases populares, a diferencia de los proyectos políticos hasta entonces vigentes en la historia de Nicaragua, hechos a la medida de los oligarcas, terratenientes y demás sectores pudientes de la sociedad. Se organizó entonces por primera vez una fuerza independiente de los partidos tradicionales que adoptando forma de un ejército guerrillero, asombró al mundo enfrentándose con éxito a las tropas interventoras norteamericanas y expulsándolas de Nicaragua, con antesala de lo que se perfilaba cada vez más claramente como un proyecto de transformación revolucionaria de la sociedad nicaraguense y de unidad latinoamericana contra la dominación del imperialismo norteamericano, viéndose el mismo interrumpido con el asesinato de Sandino y la inmediata desarticulación de su movimiento. Pero la semilla de la Revolución ya había sido sembrada, el sandinismo había nacido.