Empieza por constatar que América Latina vive un proceso de estancamiento. Apunta que las soluciones para los problemas de la región deben provenir de la aplicación de políticas juiciosas en sus economías nacionales. Si bien el capital externo puede ser un factor en el aumento crítico del crecimiento, sólo los esfuerzos internos pueden producir un progreso perdurable. Para colaborar en este proceso, el BID y otros organismos oficiales de crédito están llamados a desempeñar, como proveedores de recursos de préstamo, un papel mucho más importante que en el pasado. Luego se apunta que en las tres décadas que han pasado, el BID, como la región, ha evolucionado de un período de gran inspiración y sólido apoyo a la expansión a su actual situación de reveses. En tercer lugar para que la región participe en la competencia internacional por los mercados y los ahorros, se requiere un esfuerzo considerable y cambios de actitudes dictados por una visión de largo plazo, y en ésto debe participar el BID activamente, pues el Banco representa la responsabilidad de cambio y brinda el dinamismo de la coyuntura. EB/MR