Las condiciones étnicas en Guatemala, desde la génesis de la relación salarial, han sido subordinadas al desarrollo del capitalismo en el agro. La población indígena, en el mercado rural de fuerza de trabajo, presenta condiciones de una fácil sustitución debido a la baja formación profesional. Este alto nivel de sustituibilidad debilita la contradicción étnica y realiza la contradicción clasista. Sin embargo, en las zonas urbanas el racismo ha sido reforzado por el monopolio que ejercen los no-indígenas sobre los trabajos calificados, haciendo coincidir las contradicciones étnicas con la clase. La inestabilidad económica y social de los años ochenta encuentra su base objetiva en la sustituibilidad de la fuerza de trabajo indígena y en la contracción de la relación salarial. La semiproletarización del indígena ha elevado sus planteamientos políticos más allá de la etnia, aumentando su potencial revolucionario. EV?/mb