Colección Centroamérica

Cuando se habla de la década perdida, se hace alusión a los años ochenta, años en que los organismos de cooperación internacional crecieron y se multiplicaron en Centroamérica. Para mediados de los ochenta, los países nórdicos invirtieron en proyectos de desarrollo en Centroamérica la mitad del total de sus recursos de cooperación externa. Ejemplo de lo anterior es que para 1980, el financiamiento de los organismos no gubernametnales de cooperación suecos en Centroamérica, apenas rebasaba el medio millón de dólares. Para 1989, esa cantidad aumentó a 27 millones de dólares. Es inexplicable que todos estos recursos hayan sido canalizados hacia proyectos de cooperación y que el desarrollo en esa década haya sido nulo. Aparte del deterioro ocasionado por las guerras en El Salvador y Nicaragua, los injustos términos de intercambio, además del peso de la deuda externa, se cometieron errores que impidieron que recursos millonarios sirvieran para impulsar el desarrollo global de la región. Se enfatiza que la nueva década comienza con un cambio político radical, la desaparición del Estado como beneficiario, mientras que los planes de ajuste estructural permiten la creación de fondos de compensación social. Con la desarticulación del aparato estatal, surgen nuevos espacios en la sociedad civil, que los organismos de coopración extranjera podrían aprovechar. Se indica que durante la década de 1980, el lema de los organismos de cooperación internacional era "Nicaragua primero, El Salvador segundo y después el resto" en tanto que la actualidad la tendencia pareciera ser "El Salvador primero, después el resto". Muchos piensan que para hacer de los proyectos de cooperación algo verdaderamente efectivo, estos deberían coincidir con las necesidades de los países pobres y cambiar las relaciones entre el Norte y el Sur. OB/ALJ