Las reformas estructurales a los sistemas de pensiones en América Latina han intentado resolver los problemas de los mismos mejorando los sistemas contributivos para promover la movilidad de la mano de obra mediante sistemas únicos y con portabilidad de derechos y obligaciones. También han intentado incentivar la participación de trabajadores sin relación de dependencia mediante contratos de ahorro, pero de esta forma se han reproducido las desigualdades del mercado de trabajo. El principal desafío que se menciona es incluir en forma eficiente en el diseño de los sistemas de pensiones el financiamiento solidario para combinar esquemas contributivos y no contributivos bajo la lógica de seguridad social. En varios casos esto significará una carga adicional a la ya pesada responsabilidad fiscal debido al déficit que acarrean los antiguos sistemas y/o al costo fiscal de la transición de la gestión financiera desde el reparto a la capitalización en cuentas individuales.