Se plantea la tesis de que el niño difícilmente puede llegar a ser resiliente sin el apoyo simbólico de los padres o de otras personas que se ocupen de él, quienes a su vez deberán encontrarse respaldados por su medio de pertenencia, ya sea una familia extensa o la colectividad local. Se plantean varios ejemplos. Primero, se describe un grupo de 30 adolescentes de entre 12 y 18 años que sobrevivieron a la guerra civil de Ruanda y la forma en que lograron, en el exilio en Québec, Canadá, una identidad y una razón para vivir utilizando los materiales simbólicos que les ofrecían su familia, su religión y la etnia de pertenencia. El segundo ejemplo consiste en el abordaje de los niños que intentan recuperarse del suicidio de alguno de sus padres, y la influencia de las reacciones familiares en el mismo. Se plantean además factores de resiliencia en contextos de guerra y en situaciones de pobreza. Se concluye que la competencia necesaria para gestionar las dificultades crónicas requiere la interacción de factores biológicos, psicológicos, culturales, familiares e institucionales.

EFU/MAYO2011