La política y el sistema cultural mundial, aunque no muy estructuradamente, legitiman identidades nacionales fuertes como actores dominantes. Esto produce tendencias muy significativas para la adopción de modelos comunes de modernidad, a pesar de las extraordinarias diferencias en los recursos y en la cultura local. La especificidad local es también legitimada, en la medida que no sea inconsistente con la homogeneidad en las dimensiones más importantes de estratificación e indentidad. REV//ALJ