En este artículo se señala que tras el terremoto ocurrido en El Salvador el pasado 13 de enero del 2001, se visualiza el desconocimiento generalizado de la relación entre desarrollo y desastres. Se hace una crítica al discurso presidencial referido al desastre y las interpretaciones oficiales sobre la vulnerabilidad (no hay relación entre "el número de fallecidos y el tipo de construcción" entre otros puntos). Entre las consideraciones finales se dice que es necesario definir un plan de desarrollo desde una perspectiva más amplia que incorpore las dimensiones económicas y sociales que intervienen en la gestación de riesgos y desastres. /MSD