El autor empieza señalando que en la década de los noventa no solamente interesa el crecimiento económico, sino que también importa la calidad del mismo y que por ello ese crecimiento debe tener, al menos, las siguientes características: a) participativo: en el sentido de que se promueva la iniciativa privada y la participación responsable de los individuos b) que sea adecuadamente distribuido: que los beneficios del crecimiento cubran a la gran mayoría y, c) que sea sostenible: en lo económico, social, recursos naturales y en lo político. Luego se define el concepto de pobreza, asumiendo para ello el método de ingresos o de línea de la pobreza destaca los tipos de pobreza, así como las causas de la misma. Posteriormente define el estilo de desarrollo, en relación con la pobreza, concluyendo que es necesario diseñar y poner en marcha un estilo de desarollo más ajustado a lo que ha sido el desarrollo mismo del país, que concilie crecimiento económico, equidad, desarrollo sostenible, reforma del Estado y las políticas económicas y sociales. En la segunda sección analiza algunos indicadores del bienestar y la pobreza: producción, empleo, condiciones de trabajo, niveles de pobreza, salud y educación y concluye que hubo una mejora de ciertos indicadores financieros, aunque ello no se ha traducido en mejores niveles de vida de los grupos de menores ingresos. En la tercera sección se refiere a los desafíos para enfrentar la pobreza en Costa Rica. En la siguiente sección habla de las estrategias para enfrentar la pobreza, que fundamentalmente son dos: las que promueven ciertos organismos financieros internacionales y la que el autor denomina una alternativa humanista. La última sección se dedica al tema la economía de la pobreza, donde apunta que es necesario integrar esfuerzos entre ONG's, pequeños productores organizados, cooperativas y asociaciones de desarrollo comunal y otros grupos de la sociedad civil, con el fin de impulsar acciones que fortalezcan el desarrollo sostenible del país. MB/ALJ