El artículo aborda el impacto devastador que la biología sintética tiene sobre la economía campesina y la biodiversidad. El texto denuncia cómo la biología sintética, al introducir componentes artificiales que imitan sabores y aromas naturales (como la vainilla, el cacao y el vetiver), amenaza no solo los medios de vida de los campesinos que han cultivado estos productos durante generaciones, sino también la estabilidad de ecosistemas completos y la continuidad de prácticas agrícolas sostenibles. La autora explora casos concretos, como la producción de vainilla en México, donde las comunidades totonacas han preservado prácticas tradicionales de cultivo y polinización a mano que permiten la supervivencia de la planta en condiciones difíciles. Sin embargo, con la llegada de la vainilla sintética, fabricada en laboratorios a partir de microbios genéticamente modificados y alimentados con grandes cantidades de azúcar proveniente de monocultivos de maíz y caña, se debilita la economía local, generando desempleo y promoviendo el éxodo de las comunidades hacia las ciudades en busca de trabajo. El artículo también destaca que la biología sintética se presenta como una alternativa más eficiente y ecológica para la producción de compuestos botánicos de alto valor, pero en realidad depende de modelos de producción anti-sustentables que agotan la tierra y desplazan cultivos tradicionales. La autora advierte que esta tecnología podría desencadenar un acaparamiento masivo de tierras para la producción de azúcares, afectando a millones de campesinos en todo el mundo que dependen de cultivos como el cacao, el ajenjo, el vetiver y el azafrán. El texto subraya que la biología sintética, al desestabilizar los precios y mercados globales de estos productos, pone en riesgo no solo los ingresos de los pequeños agricultores, sino también sus saberes tradicionales y el equilibrio ecológico de sus territorios. Además, el artículo alerta sobre la falta de regulación adecuada para esta industria emergente, lo cual abre la puerta a la liberación incontrolada de microorganismos sintéticos que podrían causar daños irreversibles a los ecosistemas y la salud pública. En conclusión, Verónica Villa Arias enfatiza que la biología sintética no solo usurpa la producción artesanal de valiosos compuestos botánicos, sino que también socava la autonomía de los campesinos y amenaza la diversidad biológica y cultural de comunidades enteras, promoviendo un modelo agrícola orientado a la maximización de beneficios corporativos a costa de la sustentabilidad y la justicia social​. RAR