El artículo se centra en la vida y lucha de la activista indígena hondureña Berta Cáceres, quien fue brutalmente asesinada el 3 de marzo de 2016 por su oposición al proyecto hidroeléctrico Agua Zarca, impulsado por la empresa DESA y financiado por diversos organismos financieros internacionales. Berta, líder del pueblo Lenca y cofundadora del Consejo Cívico de Organizaciones Populares e Indígenas de Honduras (COPINH), dedicó su vida a la defensa de los derechos de los pueblos indígenas, la protección del medio ambiente y la lucha contra la explotación de recursos naturales. El artículo explora cómo su asesinato no solo fue un intento de silenciar su resistencia, sino que también fue parte de una estrategia sistemática para reprimir a los movimientos sociales y eliminar a las voces disidentes que se oponen a los proyectos extractivistas en Honduras. La publicación detalla la situación de violencia y represión sistemática en el país, donde los defensores del territorio y activistas son objeto de amenazas, criminalización y asesinatos que el gobierno y las empresas intentan encubrir como crímenes comunes. Se resalta el impacto global de su legado, ya que su muerte provocó una movilización internacional para exigir justicia y para que el crimen no quede impune. Diversas organizaciones y movimientos en todo el mundo han abrazado la consigna “Berta vive, la lucha sigue”, como símbolo de la lucha contra el extractivismo y la defensa de los derechos humanos. El artículo subraya que Berta continúa viva en la memoria de los pueblos a través de la continuidad de su lucha y el espíritu de resistencia que dejó. Asimismo, destaca la criminalización de la protesta social en Honduras, el contexto de violencia estructural en el que operan las transnacionales, y la complicidad del Estado hondureño al priorizar los intereses económicos por encima de los derechos de los pueblos originarios. En el texto se aboga por un esfuerzo colectivo para fortalecer las redes de apoyo internacional y multiplicar las acciones de resistencia, no solo para proteger a los activistas, sino también para luchar por un modelo de desarrollo más equitativo y justo que respete la autonomía y las decisiones de las comunidades locales. Finalmente, el artículo concluye que la lucha de Berta y su sacrificio siguen siendo una fuente de inspiración para miles de personas en todo el mundo que se enfrentan a condiciones similares de represión y explotación en sus territorios​. RAR