De la insolidaridad social, hacia la necesidad de globalizar la solidaridad / Cristina Rivera
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Centro de Recursos para el Aprendizaje y la Investigación | REV1661 (133) 2012 (Navegar estantería(Abre debajo)) | Disponible | 15086 |
El artículo explora las complejas dinámicas que han llevado a un aumento de la insolidaridad a nivel global en el contexto de la fase actual del capitalismo y propone un llamado urgente a repensar el concepto de solidaridad desde una perspectiva global e inclusiva. Rivera parte de un análisis detallado del estado del mundo actual, caracterizado por la desigualdad económica y social, la concentración de la riqueza y la creciente militarización de las relaciones internacionales. Según la autora, la crisis sistémica que enfrenta el capitalismo no solo es económica, sino también ética y social, y se refleja en la forma en que las sociedades han priorizado la competencia y el individualismo por encima de la cooperación y la solidaridad. Este fenómeno ha llevado a lo que denomina un “mosaico desintegrado” de sociedades que, lejos de buscar soluciones conjuntas a problemas como la pobreza, el cambio climático y los conflictos armados, han optado por enfoques basados en la segregación, la exclusión y el fortalecimiento de barreras nacionales.
El texto subraya que la insolidaridad no es un fenómeno aislado, sino que está profundamente conectado con la estructura del sistema económico global, el cual se centra en maximizar el beneficio privado a expensas del bienestar colectivo. Rivera argumenta que la lógica de acumulación y competencia del capitalismo ha erosionado la cohesión social y ha debilitado los vínculos de solidaridad que solían ser la base de las comunidades y sociedades. A lo largo del artículo, se destacan ejemplos como la distribución desigual de los recursos y el acceso restringido a bienes básicos como el agua y la tierra, lo que perpetúa un círculo vicioso de pobreza y marginación. Para ilustrar esto, Rivera presenta datos sobre el gasto militar global y la influencia de las grandes potencias en el control de los recursos estratégicos, argumentando que este comportamiento refuerza un estado permanente de inseguridad y violencia estructural que afecta desproporcionadamente a las poblaciones más vulnerables, como las mujeres, los niños y las comunidades indígenas. Un aspecto central de la argumentación de Rivera es la necesidad de entender que la insolidaridad no solo se manifiesta a nivel macro, en las políticas de los Estados y las decisiones corporativas, sino también a nivel micro, en las relaciones cotidianas entre personas y comunidades. La autora propone que la solución a esta crisis de insolidaridad debe ser un proceso de globalización de la solidaridad que trascienda las fronteras nacionales y las divisiones culturales, promoviendo una ética de cuidado y responsabilidad compartida hacia los demás y hacia el planeta. Según Rivera, este enfoque implica un cambio de paradigma que pase de ver el bienestar como un bien individual a considerarlo como un bien común que debe ser construido y defendido colectivamente. En este sentido, plantea la importancia de desarrollar políticas públicas que promuevan la justicia social, la redistribución de la riqueza y la creación de redes de apoyo internacional que permitan enfrentar los desafíos globales de manera coordinada. Rivera concluye su análisis proponiendo la creación de un nuevo marco internacional que promueva la solidaridad global como un principio rector de las relaciones internacionales. Para ello, sugiere la reforma de instituciones clave como la ONU y la creación de mecanismos internacionales que garanticen la participación equitativa de todos los países en la toma de decisiones que afectan al bienestar global. Asimismo, aboga por un fortalecimiento de los movimientos sociales y las organizaciones de base que luchan por la justicia social y la igualdad en sus comunidades, argumentando que la solidaridad global no puede ser impuesta desde arriba, sino que debe construirse desde abajo, a través de la cooperación entre pueblos y la creación de alianzas transnacionales. Finalmente, Rivera plantea que la globalización de la solidaridad no es solo una cuestión moral, sino también una necesidad práctica para enfrentar los desafíos del siglo XXI, como el cambio climático, la migración masiva y la creciente desigualdad, que requieren soluciones globales basadas en la cooperación y la corresponsabilidad. RAR
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