Las relaciones entre los ciudadanos y los partidos, como organizaciones y agentes electorales, parecen débiles, inestables, desconfiadas como resignadas. Al mismo tiempo que se ha extendido una noción de que la política conforma una práctica negativa, a su vez que mancha a las instituciones que la asumen, esto representa así una baja cotización social como el declive de los partidos catalanes. Este discurso encuentra su fundamento en una serie de indicadores entre los que cuentan mucho las actitudes y las opiniones ciudadanas sobre los partidos. El artículo se propone contestar a la pregunta ¿Es posible identificar el sentido de esta relación entre desafección y descrédito de los partidos?, dejando de lado un tratamiento estadístico. FGO 12/10/2022