En el análisis se señala que si se mantienen las actuales tendencias, más de 100 millones de niños menores de 5 años morirán en los años 90 y muchos millones más verán socavado su desarrollo por la desnutrición. Pero, a la par de la lucha por el pago de la deuda y contra la militarización, el mundo empieza a preocuparse por la infancia, tanto en lo referente a los abusos específicos como a enfrentar las más profundas consecuencias de los procesos políticos y económicos de la sociedad adulta. Puntualizan que en los años 90 se ofrecen seis grandes oportunidades de bajo costo para proteger la vida y la salud de los niños del mundo en desarrollo. Más de la mitad de casos de mortalidad y desnutrición infantiles pueden atribuirse a enfermedades inmunoprevenibles, deshidratación y neumonía, las cuales pueden prevenirse o tratarse con medidas sencillas pero costosas. Luego dice que además de esas oportunidades concretas, se debe reanudar el avance hacia otros grandes objetivos, como: alimentación y atención de salud adecuadas, agua potable y educación para todos. Concluye el análisis señalando que la reanudación del progreso hacia un mundo donde todas las familias puedan satisfacer sus necesidades básicas requerirá también una acción decidida por parte de los países industrializados. La resolución de la crisis de la deuda y el restablecimiento de la inversión beneficiará a todas las partes. La ayuda exterior a los países en desarrollo debe ser para su bien, para disminuir la pobreza. EB/JM