De 1989 a 1990 cambiaron todos los presidentes centroamericanos como resultado de los procesos electorales llevados acabo en cada país. De los países que conforman Centroamérica, solamente Costa Rica ha gozado desde hace mucho tiempo de la aceptación general de las elecciones como forma legítima de cambiar de gobierno, pero, para finales de la década de 1980, éste elemento adquirió legitimidad en los diferentes países de la región. Los movimientos revolucionarios centroamericanos aceptan las elecciones siempre y cuando se les aseguren las condiciones mínimas para su participación, lo que significa cambios en el aparato militar y electoral. Para unos, las elecciones representan la forma legítima de llegar al poder, mientras que para otros, se convierte sólo en una táctica para tener un respiro en la lucha armada, sabiendo que ésta es inevitable. Dentro de las características que podemos señalar en los procesos electorales centroamericanos tenemos: éstos se colocan dentro de los esfuerzos desplegados por Estados Unidos para evitar que llegue al poder un gobierno nacionalista unido con los militares y la clase dirigente, éstos se ubican dentro de la llamada "guerra de baja intensidad", en su mayoría las elecciones se han llevado acabo en el marco de una guerra interna que aún no había terminado, la legitimidad de las elecciones y los resultados venían de afuera, fueron vigilados por diferentes grupos, tales como las Naciones Unidas, la OEA y, aunque muy influenciados del exterior, no se puede decir que estos procesos electorales hayan sido farsas, con ello se estaría ignorando toda la lucha centroamericana por democratizar la región. Se ahonda luego en la participación electoral por países, tomando en cuenta el padrón electoral, los votantes y el abstencionismo. También se ha dado como característica general de las elecciones, que los que han asumido el poder son nuevos grupos de políticos. OB/MR