En el año 1990, la administración de Rafael Callejas puso en práctica el plan de ajuste estructural, el cual desató una gran polémica en la sociedad hondureña. El proyecto de Callejas sobrepasa las expectativas coyunturales y se ubica en un largo período, plantea el reforzamiento de un factor fundamental de la conformación histórica hondureña: la dependencia, el peso económico-político de las empresas transnacionales y la casi nula atención de los gobernantes a los problemas nacionales. Con la ejecución del plan de ajuste estructural prácticamente se arrastró a los sectores de la oposición a un campo de batalla para el cual aún no se posee una propuesta alternativa y bien elaborada, situación que se expresó en limitaciones para estructurar una respuesta coherente y global de la acción gubernamental. Los sectores sociales afectados por la aplicación de los ajustes estructurales, desplazaron esfuerzos en el campo de discusión de lo económico, reclamando mejoras salariales, con huelgas que pusieron a prueba el discurso oficial de la concertación social y, por otra, parte permitieron a los sectores populares evaluar sus fuerzas. El gobierno hondureño se vio favorecido con los cambios en el plano regional, contó con una situación homogénea, acorde con los lineamientos de su política exterior. Callejas constantemente se erigió como el defensor y promotor de la integración regional. En síntesis, el gobierno hondureño en el año de 1990, reforzó el carácter elitista dependiente y alineado del sistema político-social hondureño, a pesar de haber ensayado nuevas formas de retórica política en el discurso de concertación nacional. OB/LOB