El autor parte de las siguientes constataciones: primero, se están produciendo grandes reacomodos en el ámbito político mundial, segundo, se están presentando nuevos panoramas en la esfera económica, y los bloques económicos se están consolidando y se vislumbra la aparición de otros nuevos; y, tercero, como parte de las grandes transformaciones que están ocurriendo en la actualidad, se debe resaltar la revolución que ese está viviendo en el campo científico y tecnológico: estos cambios están transformando de manera irreversible las relaciones económicas y comerciales en el mundo, pues están modificando las estructuras de costos de producción. Añade que dentro de este marco de profundos cambios, así como rápidos, es que se debe analizar el ajuste macroeconómico, la reforma del Estado y los recursos humanos en el sector público de nuestros países. Es dentro de una perspectiva tanto internacional como también de futuro que se debe visualizar la etapa que vivimos y la cual constituye una etapa de transición a partir de la cual se deben definir los derroteros que se quieren seguir. Para lograr el objetivo apuntado, se analizan los siguientes aspectos: la etapa de transición, las restricciones estructurales, el período de crisis, las negociaciones con los organismos internacionales, el nuevo modelo de desarrollo (al cual le hace algunas críticas), el concepto de individuos y el de ciudadanos, el Estado democrático y sus deficiencias y, las soluciones viables para resolver las deficiencias principales de ese aparato estatal, los recursos humanos en el sector público. Concluye que existe una necesidad imperiosa de plantear una reforma estructural, tanto de la estructura productiva como del aparato estatal, y que tal reforma sólo puede hacerse de manera concertada entre las fuerzas políticas y con la participación de los diferentes sectores sociales. MB/MR