Se analizan las condiciones en que se encuentran los encarcelados en América Latina y se señala que éstas se encuentran sobrepobladas y que para el futuro las consecuencias serán desastrosas, ya que los presos siguen en aumento, mientras que la capacidad de las cárceles se mantiene. Durante el año 1992 se dieron más de 50 motines en la región, con un saldo superior a los 900 muertos, esto según el diario francés "Le Monde". Las cárceles que fueron hechas para superar el problema de la delincuencia, lejos de contribuir a ello han servido para incrementarla, ya que perfectamente se puede dar la situación que un individuo ingrese como un ladrón y salga de ella como un asesino, situación que se debe en gran parte al hacinamiento de presos y a la falta de condiciones decentes en las cárceles. Además de este problema, se sufren otros como las frecuentes enfermedades, la malnutrición e inclusive se han transformado en centro de operaciones de bandas que funcionan afuera de los muros. Entre los ejemplos de hacinamiento se cita la cárcel de San Pedro en Panamá, centro con capacidad para 300 personas en la que se encuentran 1.300 presos, lo mismo ocurre en Brasil, en el centro de Carandino, el cual tiene una capacidad para 3.200 presos y cuenta con un número superior a los 7.000, estos problemas se han agravado por la falta de atención que los diferentes Estados le han dado al problema. En Panamá, por ejemplo, se gastan 20 dólares mensuales por preso, en Nicaragua se ha denunciado que los presos sufren malnutrición y envejecimiento precoz, no cuentan con servicios médicos y sus alimentos contienen 800 calorías diarias; en Costa Rica, el 24 por ciento de los presos no han recibido sentencia; en Chile, el porcentaje llega a 48 por ciento; México 49 por ciento, Venezuela el 60 por ciento y Ecuador el 70 por ciento y, en Panamá llega al 87 por ciento. Para finalizar se señala que son necesarias nuevas políticas sociales, culturales y económicas que prevengan la criminalidad. OB/MR