El ensayo analiza el TLC entre Estados Unidos y Centroamérica, como una estrategia que atiende al fenómeno más amplio de la globalización, la cual se considera como la última y más limitada fase del capitalismo. Se propone que la globalización ha llegado a ser para los países desarrollados la forma de gestión de la crisis económica y de relanzamiento acelerado y radical del proyecto neoliberal, estancado por algunos años. Se afirma que en el contexto actual, lo globalización implica una fragmentación del orbe en bloques económicos se disputan el dominio y apropiación de espacios de inversión y acumulación. En este escenario se insertan el ALCA y el TLC (visto como su atajo), como estrategias usadas por Estados Unidos para lograr ese dominio. En el caso del TLC, el capitalismo (en su forma más acabada) y el capital transnacional se desenmascaran, pues imponen a los Estados centroamericanos la concesión total de recursos y mercados y la permisividad casi irrestricta en múltiples situaciones. Se propone que esto amenaza los principios básicos de la democracia puesto que en plazos muy cortos, y al margen del debate público, amplio y participativo, se introducen modificaciones institucionales y normativas legales de gran magnitud y con grandes implicaciones sociales. Asimismo se afirma que se utilizó la democracia como una "careta legitimadora", en tanto se aparentó un proceso de negociación respetuoso de la voluntad de diferentes sectores sociales, mientras que se negoció en un marco de secretismos y omisiones. Se plantea que este tratado es el ejemplo de que las clases dirigentes costarricenses (cúpulas políticas y de poder económico), y las instancias hegemónicas formadoras de ideología (prensa), han renunciado al proyecto nacional para darle paso a una competencia feroz y facilitar la precariedad e inseguridad, con lo que han desprotegido y desatendido al país