Las élites políticas de cualquier país deben verse como un producto de las condiciones que rigen a la sociedad, pero deben tratarse como resultado de una cultura política determinada, o sea, deben mirarse como un conjunto de prácticas, normas y valores que una sociedad o un grupo dentro de ella adoptan en un momento histórico determinado. Por otra parte, se ahonda en la modernización indicando que ésta constituye un "cambio global de una sociedad, que implica obviamente el desarrollo económico, pero que no se agota en él". Se ahonda en una modernización centrada en las relaciones sociales, en las formas de interacción que se establecen dentro de una sociedad. Se profundiza en la importancia de las élites políticas y ante todo en su conformación y trayectoria, con el fin de tratar de lograr una mejor comprensión de las características que un determinado sistema político posee. Se dan algunos rasgos característicos los cuales, si se hacen presentes en una sociedad, permiten hablar de modernización del Estado, a saber: el fortalecimiento de la centralidad política del Estado, la constitución de un sistema político propiamente dicho, la consolidación tajante de la separacióin del sistema político y la sociedad y como resultado de esto, la diferenciación entre los actores sociales y los actores políticos. Se indica que la modernización en el campo político encuentra una gran cantidad de obstáculos, pero que éste ha sido un proceso que ha marcado la realidad latinoamericana. Posteriormente se ahonda en los términos de élite y legitimidad, indicando que las élites políticas aparecen como problema solamente en el marco de la modernidad, o sea, cuando lo social y lo político se han diferenciado lo suficiente como para dar paso a espacios de acción autónomos y cuando se han dado las normas específicas para el juego político y ante todo cuando se han dado las instancias de intermediación que mediatizan la presencia directa de los grupos de presión. OB/ALJ