Se analiza la situación de los trabajadores del sector informal de la economía, trabajadores que no son tomados en cuenta en la contabilidad de un país pero que en Costa Rica se calcula que el número de éstos asciende a 250.000; éstos no tienen una ocupación definida pero se estima que generan el 20 por ciento del Producto Interno Bruto del país, aunque no sea contabilizada. Lo que se destaca es que, a pesar de ser un número importante de trabajadores, éstos no cuentan con la protección de las leyes laborales, no tienen acceso al crédito bancario, al seguro social, ni a las demás garantías que gozan los trabajadores del sector formal. Estas personas, en el momento en que llegan a su vejéz no tienen la posibilidad de jubilarse pues no cuentan con las cuotas necesarias en la Cajas Costarricense de Seguro Social. En el aspecto social éste es un sector muy diverso, al igual las dificultades que enfrenta y las riquezas que genera, las cuales no han sido contabilizadas entre otras razones por no tener un consenso sobre la definición de la llamada economía informal. Algunos piensan que es un problema que se solucionará en la medida en que el país logre un mayor nivel de desarrollo, otros consideran que es un fenómeno que se origina porque en el proceso de desarrollo no se articula el crecimiento económico con el bienestar social. Dentro del sector informal algunos incluyen a las personas que se dedican a robar en las calles josefinas, así como a quienes poseen pequeños talleres en el patio de su casa, pero la mayoría sostiene que la formación de dicho sector responde a las condiciones de vida marginales, pues gran parte de éstos pertenecen a estratos bajos. Carlos Monge, Ministro de Trabajo afirma que la solución a dicho problema se encuentra en una buena educación que permita a dichas personas superarse y aspirar a mejores condiciones de vida. OB/MR