Se analiza (cuarenta días después) la invasión a Panamá por parte de los estadounidenses, ocurrida el 20 de diciembre de 1989 y, la subsiguiente ocupación territorial total del país. Según el autor, Estados Unidos tendrá que ocuparse de una serie de asuntos que nadie puede resolver por ellos, entre otros, que el General Noriega no está, se encuentra un gobierno títere, celebrar nuevas elecciones parece insuficiente, las fuerzas de defensa fueron destruídas y la democracia se ejecutó destruyendo el pueblo panameño. Una de las principales falasias de la invasión fue hacer creer al pueblo norteamericano que se trataba de una operación quirúrgica con el objetivo de proteger la vida de los ciudadanos estadounidenses estacionados en Panamá, pero se sabe que no fue así, el objetivo era entrar a Panamá. Es sabido que una infame tarea se ha realizado con la ocupación: escamotear el verdadero grado del genocidio, hubo destrucción, asesinatos, todo esto realizado con rapidéz, todo se ocultó ante la mirada de un pueblo que guardó silencio. Después de lo ocurrido, el canal es más inseguro, el territorio nacional está absolutamente patrullado, la desmilitarización del país flota en el aire, sobre la economía no han conceptos ni posibilidades. Los gobernantes claman que lo que se viene es una explotación social si Bush no instala una manguera de apoyo y dólares. HB/MR