Las fotografías de los desaparecidos y su utilización en diversas esferas constituyen una de las diversas formas de representación de la desaparición. La dimensión material del recuerdo, que asocia imágenes fotográficas a cuerpos de asesinados y desaparecidos, nos permite recorrer huellas y marcas, entender prácticas sociales, políticas y religiosas, asociadas a objetos concretos que pasan a ser definidos y significados como símbolos activos, pasibles de ser leídos e interpretados en diversos contextos. Este texto recorre cuatro escenas de análisis sobre las modificaciones que las imágenes sufren a partir de los contextos de enunciación donde fueron y son usadas. La primera registra, en el ámbito de la casa, la presencia de la fotografía de los desaparecidos. La segunda observa la circulación de esas fotografías fuera del ámbito doméstico, más específicamente en las prácticas de protesta y denuncia pública sobre la desaparición. Luego se da una mirada en la derivación de estas imágenes en el proceso de producción de otros soportes, muestras, folletos, listas que nacidos de las “políticas estatales de memoria” hacen uso de esas fotografías. Finalmente se muestra la otra cara de la fotografía haciendo una breve referencia comparativa entre el uso de las fotos policiales y las imágenes construidas por los familiares para denunciar el terrorismo de Estado. KDV/131117