Los países de América Latina y el Caribe, han sufrido con mayor fuerza las consecuencias de la crisis económica internacional. Algunos de los principales síntomas son: la caída de las inversiones y la producción, el aumento del desempleo y la pobreza y, la disminución de los salarios, con lo que el hambre y la malnutrición se han extendido, ha descendido el índice de salud, han retornado epidemias que se creian controladas en el pasado tales como la tuberculosis, el paludismo, parasitósis, el cólera, el sarampión, todos estos hechos hacer ver que el futuro de dichos países no es nada halagueño. A lo anterior debe de agregarsele que el elevado endeudamiento en que incurrieron estos países estuvo alentado por el progreso económico alcanzado en las décadas de 1960-70, otras veces por el deseo de aprovecharse de los préstamos ofrecidos por la banca internacional, ávida de ganancias, toda esta deuda fue administrada en ausencia de sanos principios financieros. Hoy en día se puede indicar que este error histórico de los países en desarrollo ha tenido consecuencias funestas para el futuro de la región, la deuda que para 1980 era de 300.000 millones de dólares se ha duplicado, lo que hunde cada vez más a las economías de la región. Ante la gravedad del asunto, se analiza el papel de la educación, mirandose a ésta como una actividad indispensable para el desarrollo económico, para el mejoramiento social y el ascenso cultural y científico del hombre y de la sociedad, la crisis ha golpeado fuertemente a este sector, un indicador es que el nivel mostrado durante las décadas de 1960-70 ha descendido, o sea, el analfabetismo ha aumentado. Ya no se dedican tantos fondos a la educación como en los años 1960-70, ahora existen otras prioridades, de allí el descenso en los índices educacionales. OB/MR