En general, la atracción de los recursos financieros de diferente índole hacia un programa determinado se puede lograr siempre que el planteamiento de la propuesta sea clara y de interés consensuado. En el caso de la educación secundaria, se indica que aún no está clara esta posición de consenso y por tanto se desconoce el costo de su inplementación. Por ello resulta difícil la atracción de fuentes de financiamiento que estén convencidas de la importancia, interés y convivencia de invertir en ella. Incluso se dice que no existe siquiera consenso con respecto al nombre, unos les llaman educación media, mientras que otros prefieren llamarla educación secundaria, si existieran respuestas claras a las interrogantes se sabría el por qué invertir en la educación secundaria, a qué tipo de educación se destinarían los recursos y quienes serían los responsables de su financiamiento. Con ello sin duda, se aseguraría la disponibilidad de recursos financieros necesarios para expandirla y mejorarla. Mientras esto suceda el desafío actual es definir una estrategia para determinar las propuestas de educación secundaria que se necesitan en los países de la región, teniendo eso si muy presente la necesidad de la gratuidad de la misma. REV//jmml