Intentar caracterizar la tensión existente entre la educación ambiental (EA) y la educación para el desarrollo sustentable (EDS) va más allá de una mera curiosidad epistémica. La EA y la EDS son dos proyectos político-pedagógicos distintos inmersos en una disputa por homogenizar el campo de la primera, instalando una propuesta educativa estratégica que contribuya a definir determinadas manera la relación ser humano-medio ambiente. El presente artículo expone los resultados de un estudio sobre la trayectoria actual de la educación ambiental, realizado en 9 países de América Latina y el Caribe durante 2008 y 2009. La intención era evaluar los efectos regionales del plan de aplicación internacional del Decenio de la Educación para el Desarrollo Sustentable, a cinco años de haber entrado en operación, para caracterizar las tendencias y oportunidades regionales en el campo de la educación ambiental, y delinear estrategias apropiadas para su fortalecimiento y consolidación. Según el estudio en cuestión, de los proyectos de educación ambiental en la región, 35% están orientados principalmente hacia la conservación de los recursos naturales y la biodiversidad; 17% hacia el desarrollo regional y rural un y 11% en actividades de producción y consumo. El resto de porcentajes se orientan hacia lo que caracteriza la educación para el desarrollo sustentable. Esto es preocupante en más de un sentido. Pese a la circulación de todo el amplio conjunto de experiencias, debates y lecturas, se observa la prevalencia de enfoques que no logran trascender de visiones limitadas frente al complejo problema ambiental. Hace falta ir a mayor profundidad. Se cuenta con los datos necesarios para hacer interferencias, desarrollar otras estrategias y reinventar las formas de acercamiento a sectores y grupos claves. El propio Decenio de la EDS y la cobertura mediática que ha recibido el fenómeno del cambio climático crean condiciones que deben de ser aprovechadas.